La semana feliz; Llamó Carla, llamó Isa, llamó Nuria y todo en Madrid… Quizás piense el ingenuo lector que al haber tanta fémina al teléfono, pueda tratarse este post de algún bacanal pero desgraciadamente, vuelvo a referirme al aspecto laboral. Y no tan desgraciadamente porque llevaba sin trabajar tres días a la semana, ni me acuerdo.
El plato fuerte de la semana fue el Meeting de Atletismo Madrid 2010 que se celebró en el Centro Deportivo Municipal (Center Pabillium que dirían los americanos) de Moratalaz. Lo bueno que tiene hacer deportes minoritarios (audiovisualmente hablando, claro), es que en cualquier momento puedes tener a tu lado a un campeón mundial, campeona mundial en este caso.
Con un sofocante calor, un cielo amenazador de tormenta, bajo el tenderete habitual de la industria audiovisual y rodeado de un elenco de camarográfos, tuvo lugar la reunión en la que el realizador dio una magnifica conferencia acerca los movimientos previos de los deportistas a la competición y sus pasos antes de ejecutar los ejercicios… ¡¡Y todo recreado sin accidentes sobre el pasacable!!. No fue en vano, al menos a mi quedó bien claro como son en lanzamiento de disco y martillo y en salto de altura, modalidad que me tocó cubrir y que nunca había hecho.
Afortunadamente la competición de salto de altura era femenina (ó ¿acaso no es mejor admirar cuerpos femeninos que varoniles?) y al rato, el fondo de la pista en el que estoy se llena de mujeres altas, jóvenes, de distintas razas, algunas más delgadas que otras pero todas estupendas. Deben ser siete u ocho pero de momento me faltan ojos para contar, hay más piernas que en una caja de gambas. Gracias a la cámara pero especialmente gracias al parasol del visor que me permite ver algo, me percato del buen rollo que tienen entre ellas pese a estar a escasos minutos de competir por un nuevo récord mundial. Más tarde cuando la competición esté es su punto álgido, me percataré que cuando alguna de ellas pide aplausos al público antes de saltar, el resto de saltadoras se une al sonoro apoyo. También me llama la sencillez de estos deportes, ellas mismas contando los pies miden y marcan las distancias para la carrera antes del salto, momento que me sirve además para descubrir que ese tipo de zapatillas con clavos que llevan están muy guapas.
Una de las mujeres negras todavía vestida con el chándal, corre hacía mi cámara y antes de llegar da un salto tremendo, inmenso y pienso; Jaaaaaaaal!!!… Es la yankee Chaunte Howard-Lowe que viene de batir hace unos días el récord del mundo, con un «saltito» de 2’05. Lleva la cabeza cubierta con la capucha del chándal y se la ve muy tranquila y concentrada, como aislada de todo lo que le rodea aunque eso no es motivo para hablar con el resto de sus compañeras/adversarias, entre salto y salto, a cada cual más alto.
Justo antes de empezar la prueba, el cielo que antes se mostraba amenazante, cumple su papel biológico y lo que comienza siendo una ligera llovizna a pleno sol, se convierte en el diluvio universal bajo un cielo oscuro en cuestión de segundos. entonces me viene a la cabeza lo que pensé antes de salir de casa; «Bah!! ¿para que llevar un chubasquero?, sí llueve será una lluvia de verano…» Mantengo el tipo en la cámara al tiempo que la megapantalla de leds toma un color verdoso y a los pocos segundos, funde a negro. Los espectadores (los cuatro) han huido despavoridos, los cámaras, jueces y participantes del lanzamiento de disco también y me doy cuenta que soy el único que queda en toda la pista, a excepción de las nueve saltadoras de altura, una juez y dos foteros que están resistiendo bajo dos sombrillas a escasos metros. El aguacero es ya insoportable y ha llegado el momento de abandonar y ahí me llega el dilema; «Me llevo la cámara a la móvil… Bueno mejor no, porque sí no ¿que hago con el conector triax?, no tengo donde protegerlo de la lluvia… La funda de lluvia es grande y nueva, va a estar más protegido del agua, ahí conectado y tapado…» . Bajo el trípode, trinco el tilt y dejo liberado el paneo para evitar que el aire haga efecto vela con la funda y corro bajo las sombrillas, junto a las Diosas de las alturas y los compañeros del metal.
Bajo unas sombrillas al límite, tengo tiempo para descubrir un poco más a estas estrellas desconocidas por el gran público y por mi hasta ese día. La de las zapatillas amarillas es la caribeña Lavern Spencer, tercera en el ranking mundial y que cuando la juez las invita al interior del estadio a una sala, comenta con voz suave que tal vez los clavos de las zapatillas estropeen el suelo. Al final por unanimidad deciden quedarse allí, sobreviviendo entre risas al temporal bajo una par de inestables sombrillas. Más tiempo para conocer a la belga Tia Hellebaut una tía altisíma y que ha vuelto a la alta competición tras dos años de ausencia por maternidad. Tiene también muy buena marca y al final de la tarde fue la única rival superviviente frente a Chaunte Howard.
La cántabra Ruth Beitia peina para la ocasión moño y calza zapatillas a tres colores. Es una de las grandes joyas de la altura española y cuando hace ejercicios de calentamiento, levanta la pierna que ya más quisiera más de una presunta bailarina. Fue la primera española en superar la barrera de los 2 mts, alcanzando en el año 2007 en San Sebastián los 2’02. El año pasado ganó el
bronce en el Campeonato de Europa. Marta Mendia es una veterana del atletismo español, lleva compitiendo desde el año 88. Ha sido ocho veces campeona de España y ha participado en dos Juegos Olímpicos, su mejor salto está en 1’95. La manchega Gema Martín Pozuelo completa el trío de representantes de la altura fémina que al igual que el resto de estrellas internacionales empieza a temer por la resistencia de su vistoso calzado que empieza a estar calado. Tiene su mejor marca en 1’89, salto que realizó a principios de 2010 en Valencia. A sus veintitrés años es una de las promesas de la altura española.
Venelia Veneva es búlgara nacida en Rusia y la más veterana de las saltadoras participantes en el meeting de Madrid. A sus treinta y seis tacos tiene una de las mejores marcas mundiales con 1’98. Lleva las
uñas pintadas de naranja y chapurrea español, es deportista de élite, ha ganado varias medallas pero no da la sensación de ser alguien que viva en una burbuja exclusiva del deporte, uno siente estar junto a una superwoman que bien pudiera ser alguna superwoman anónima de barrio.
Superwoman eran todas las que estaban bajo la sombrilla, también Kamila Stepaniuk, pese a no ser su mejor día. Polaca con solo mirarla, abre su mochila y veo que dentro lleva un rollo de cinta adhesiva de papel, de las que se utilizan en las series para marcar a los actores (cuando se marca) y que son las que ellas utilizan para marcar las distancias en la carrera previa al salto. Lo llevan todas, incluso hasta la campeona yankee; «En competiciones como esta te la dan pero hay cada sitio…» . Se que es una tontería pero me llamó mucho la atención, no me lo esperaba detalles así en un nivel de élite. Es como el técnico que sale de casa con su «Liderman» , este y el detalle que ellas mismas marquen en el suelo, sirve para hacerse una idea de la sencillez de estas estrellas.
La representante griega en la tarde era Adonia Steryiou que ocupa el puesto número 12 del ranking mundial con un salto nada manco de 1’97 conseguido en el año 2008. De riguroso negro y zapatillas amarillas que hacen juego con el color de su pelo, fue otra que hizo sudar el triunfo a la estadounidense Howard.
Mi tiempo en el Olimpo con las Diosas de las alturas se acabó cuando por el rabillo del ojo y semidesenfocada por la intensa lluvia, vi la cámara y el trípode en el suelo. «Su puta madre» -pensé, no lo dije delante de las damas saltadoras- . La Madre Naturaleza en un soplido había hecho caer la cámara al suelo, sin colchoneta. Ahora el que se marca un sprint soy yo y bajo el intenso chaparrón levanto «el muerto» esperando encontrarme cualquier cosa al meterme bajo la funda de agua. De momento para empezar pese a estar encendida, está apagada y el visor está colgando, el parasol está arañado por lo que deduzco que ha protegido del golpe a la óptica que no tiene daños, salvo tener condensación. Los mandos del zoom y el retorno también se han soltado de los brazos pero afortunadamente tampoco han sufrido daños, supongo que el que no estuvieran apretados como si fuera para siempre, ayudó a que los agarres se soltasen y no se partieran. Al final el problema del visor fue reparado in situ por el gran Alberto y no hubo que lamentar daños personales.Como puede leer, el freelance errante no se esconde ni para ocultar sus propios marrones (aunque no sean culpa de uno) y es que no es la primera vez que se me cae una cámara. Tal vez esté derrumbando un mito pero «asín» son las cosas y «asín» se las contamos. La otra vez que se me cayó una cámara fue curiosamente en otra pista de atletismo, en esta ocasión en el estadio de La Peineta. Corría el año 2001 y habíamos ido a La Peineta para nada en especial, simplemente para informar de la finalización de las obras para la candidatura olímpica de Madrid 2012. Tampoco lo puedo olvidar porque casualidades de la vida, fue el día que me llamaron de Telemadrid para ofrecerme un contrato. Como decía habíamos ido para hacer una pieza y lo último en grabar era la entradilla, a pie de pista. Ya estaba ajustado el plano y no recuerdo por qué motivo antes de grabar, el plumilla, mi ayudante y yo nos separamos unos metros y ocurrió entonces que uno de los trinques de una pata cedió y empezó a bajar poco a poco hasta que desequilibró el trípode y cayó al suelo. Aquella vez fue peor porque la cámara si quedó tocada aunque no tanto como la de la foto. El visor ocular se llevó la peor parte y aunque la óptica tampoco sufrió heridas, saltaron varios cachos de la carcasa y la cinta quedó atrapada en el magneto. Desde entonces, siempre reviso los trinques de las patas de los trípodes cada vez que me adjudican uno, especialmente los tornillos que sujetan estos trinques, culpables de aquel accidente.
La galerna acabó con la rapidez que empezó y el sol volvió a lucir -aunque tampoco mucho-, dejando ver los destrozos; Micros tirados en el suelo y flotando, la megapantalla de leds en negro intentando encender, alguna cámara que no arranca y un enjambre de niños y niñas con camiseta azul y pantalón negro achicando el agua con inmensas escobas. La tempestad mermó el espectáculo pero no la competición, que ganó Chaunte Howard con un salto de 2’00 metros y el posterior intento por superar su propio y reciente récord de 2’05 que no consiguió pero al fin y al cabo no era día de récords, después del chaparrón y estar la colchoneta mojada, además tenían viento en contra. Entrega de ramo de flores y ahora si, más relajada, se marca un espectacular baile con los pies; «Congrats, Chaunte», «Thank you»
Es curioso, no sé como interpretar que en el mismo día que me hablaran las Diosas de las alturas, los Dioses de la naturaleza mandaran hacer puñetas mi cámara. La vez anterior lo interpreté como el final de un ciclo y así fue porque a los tres días estaba trabajando en Telemadrid. Esta vez lo interpreto como un inoportuno accidente en plena travesía por el desierto causado por las fuerzas de la naturaleza. La otra vez la cámara era SX y sufrió más desperfectos, esta era HD y apenas hubo daños materiales aunque también es verdad que la SX estaba alta en el trípode y esta no. Conclusión; Los daños sufridos por una cámara al caer son proporcionales a la distancia recorrida desde el instante que queda a disposición de la fuerza de gravedad hasta que impacta en el suelo, siendo a mayor distancia recorrida, mayores los daños. Es por tanto una cuestión de altura… Sí en la próxima edición del «Millerson» aparece esta teoría, prometo llevar airbag la próxima vez que vaya a una pista de atletismo con una cámara.
Dejo enlace a la página oficial del Meeting Madrid 2010 por sí alguien quiere conocer los detalles de los resultados finales en todas las modalidades; http://www.rfea.es/competi/madridmeeting/index.asp
Con mis mejores saludos!!