Sorprendentemente el «madero» de la entrada me deja pasar tras cantar mi nombre por la emisora sin estar todavía acreditado y al llegar a la recepción del lujoso y moderno hotel, un hombre joven, trajeado y sonriente se acerca y con suave acento centroamericano me pregunta; «¿Don Paco Martino?».
Hechas las presentaciones un elegante miembro de la seguridad me invita a permanecer en el interior de la cromada «megavolumen» que me han «adjudicado» y tras guardar los trastos en el maletero ayudado por el chófer, me aposento en el interior. Poco después se sienta a mi lado Karen, una joven alta y de rasgos caribeños que vive y trabaja como periodista en Madrid gracias a un programa de cooperación. El siguiente y último en llegar es el Sr. Peña, campechano cincuentón veterano de la información que comparte la dirección altruista de un periódico en su querida pampa tica natal, con la primera línea de la actualidad informativa para su país.
La ruidosa caravana se pone en marcha, abren el camino dos motoristas y lo cierra el coche de los periodistas, «perseguidos» por otros dos municipales motorizados con sus ruidosas sirenas pegados a la luna trasera, algo que hace sentirme estar huyendo, al tiempo que recuerdo aquellas noches en los coches patrulla para el «Sucedió en Madrid» aunque no creo que los atónitos peatones y conductores que intentan ver a alguien a través de los oscuros cristales se estén acordando de «Sucedió en Madrid». Al pasar por el centro de la ciudad un grupo de jardineros en huelga rodeados por anti disturbios, observa la inesperada caravana, uno de ellos ondea una bandera del tercer sindicato al tiempo que nos grita algo. No es necesario esperar la «Hoja del viernes» para saber que ha dicho…
Por la principal avenida atravesamos la ciudad y en una de sus rotondas un coche ajeno a la caravana se pone en paralelo al nuestro, entonces, uno de los motoristas que nos persiguen y que gasta poblada perilla, en una arriesgada maniobra pasa entre ambos coches, se sitúa delante del osado y con serio gesto en el rostro y brazo extendido le obliga a aminorar la velocidad, quedándose ambos atrás varios cientos de metros, hasta que de nuevo acelera y vuelve al lado de su compañera que peina rubia coleta y que no se ha despegado de nuestra luneta trasera en este tiempo. Al llegar al nudo «supernorte» el trafico está parado; «Hay un accidente» , dice el Sr. Peña que va delante y lentamente, la cabecera de la comitiva llega hasta el lugar del accidente y sigue adelante, hasta que pasa un furgón de la policía y por la puerta lateral saltan en marcha dos gigantes azules con una bolsa deportiva, entonces por la emisora de los motoristas que «tenemos en el maletero» se escucha; «¡¡Codigo «no sé qué», queda atendido por Policía Nacional, ya están avisados y en camino los servicios de emergencia!!«. Al pasar por el lugar del accidente un anti disturbio tiene cortado el tráfico y otro está rodilla en tierra junto a un hombre con casco en el suelo, se mueve y no hay manchas de sangre, aparentemente «no presenta heridas incompatibles con la vida» que diría el portavoz del Samur. Es lunes y con el todavía rojizo horizonte, la caravana deja atrás el atasco, cruza entre modernos edificios de las grandes empresas, bordea los confines de la metrópolis y sin más sobresaltos llega a Ifema.
A la vez que la amable señora de prensa me da la acreditación y la bolsa de cartón con los «regalitos» de turno, me viene a la cabeza la duda de que harán los productores y productoras que se quedan siempre con estos presentes; ¿Gozarán con ello ó es simple picaresca heredada?… Seguro que a mamá que está sin pensión le hace ilusión la libretilla y el boli de la UE, seguro.
Marabunta de cámaras y foteros en la sala de prensa, pocas pero muy conocidas caras, l@s hay que no dejan la profesión ni con agua caliente. «Solo los que tengan la tarjeta 10» dice un señor con traje y todos le seguimos como si fuera el Flautista de Hamelín. Vamos atravesando pabellones por estrechas puertas que a nuestro paso se convierten en el túnel de los encierros de San Fermin, «tranquilos que vais a tener tiempo» dice la seguridad del Estado. El tiempo es oro en televisión, así que cincuenta minutos antes de la foto, tenemos un filón. Llegamos al gigante «photocall» y en milésimas de segundo la parte frontal queda ocupada, así que lo mejor son las alturas, donde me encuentro con un veterano cámara en plantilla de una importante televisión. Tras ajustar el cuadro y el diafragma teniendo en cuenta el continuo fogonazo de los foteros cuando llegue el apretón de manos, iniciamos una discreta conversación.
Me cuenta que su empresa siempre ha estado comprando el mejor material y en ocasiones hasta de más y ahora con la crisis, hay rumor de ERE. Me puso el ejemplo de la cámara que utilizan para informativos, el modelo de gama más alta de reciente adquisición y efectivamente no hubiera sido necesario tirar tan alto, el modelo anterior es la misma calidad y varios miles de euros menos. No hay empresa pública ó privada en este país en la que no haya casos conocidos de escandalosas compras sin sentido en cuanto a material técnico se refiere. Recuerdo en mi paso por una conocida televisión autonómica con sede en Madrid y cuyo nombre no me apetece recordar, el caso de los trípodes Manfrotto que se compraron para las E.N.G. de informativos. Eran unos trípodes maravillosos… Para calzar un treinta y tres, por lo menos. Es como el asunto de los regalos de las acreditaciones del principio, se trata de una picaresca (mejor dicho, corrupción) asentada y consentida. Normalmente se trata de gente que no son altos funcionarios, suelen ser jefes intermedios; De producción, de explotación. Es una enfermedad nacional que no escapa ni a la empresa pública ni a la privada, todo el mundo en los centros de trabajo lo sabe y mantienen sus puestos pese a todo. Luego el caso contrario; La de las productoras privadas que no compran material nuevo ni aunque el que tengan se caiga a trozos… País de extremos que somos
Finalizada la foto de familia, queda toda la mañana para esperar por la enorme sala de prensa y aparcados los útiles de albañilería en el lugar elegido por mis estimados «plumis» me doy un garbeo. Han venido muchos medios latinos con sus principales y más conocidos rostros, algunos acompañados por compañeros de «allá», un cámara ecuatoriano y un fotografó colombiano son los primeros con los que entablo breve y cordial conversación.
Por allí todavía queda la figura del reportero gráfico y uno de ellos es Edgar, de Telenoticias que se ha acercado al abandonado stand de la Ser en el que estoy sentado viendo la vida pasar. Ha llegado hoy a Madrid desde Suiza, en «el seguimiento del Canciller» de su país. Tras unos minutos de charla me pide sí le puedo hacer el cuadro para una entradilla y gustosamente acepto. Plano con fuga de las lamparitas que más que iluminar, adornan las mesas de los periodistas y una repetición. Se marcha a una cabina para la locución y vuelvo al abandonado stand.
De periodistas españoles conocidos solo he visto de momento a Sonia que viste «seria» y por ahí viene Capella, en dirección a la cafetería, sin duda. Al pasar cerca me ha saludado con un; «¿Que pasa maestro?» … «Aquí esperando que me abran los micros los de la Ser». Ya ha pasado un cuarto de hora desde aquella tarde de invierno cuando trabajamos juntos por primera vez, cuando ellos estaban en la calle Goya y yo en Pannic, salvando emergencias en aquellos años de dobletes y hasta tripletes diarios. Más de un taxi y de una mesa en el bufete del Congreso hemos compartido.
Me acerco a la momentáneamente tranquila zona de los practicables para los directos en busca de gente conocida y de cuatro caras, dos amigos. Santos sigue como siempre, sí acaso algo más «rejuvenecido» por aquello de la jubilación a los 67 y Juan lleva un tiempo haciendo cámara tras varios años de maquinista y pareja laboral con Benito. Ayer nació su segundo hijo, en Arturo Soria, está feliz y tranquilo; «Juan, ese chaval llega al mundo en un día que se reúnen jefes de gobiernos, ese chaval llegará alto» , le he dicho.
La reunión ha terminado y aunque tve da la señal de la rueda de prensa, voy a grabar unos recursos para personalizar la pieza. Al entrar en la sala he visto que junto a mi trípode está nuestra «heroína» de la Guardia Civil. La descubrimos hace unos años, en la gira electoral de un señor muy importante. No recuerdo en que ciudad fue pero no es para olvidar. Me encontraba en el practicable del famoso plano «Kane» minutos antes del arranque, cuando la vi, pulse el intercom del zoom y le dije a Iván que estaba con la autónoma; «¿Has visto esa rubia?… ¿Es de seguridad?» , entonces oímos una voz masculina y desconocida por el intercom; «Si, es compañera de seguridad»… Nos miramos perplejos, ahora no por aquella mujer, sino por la «intervención divina» , durante unos segundos reina el silencio hasta que Iván por el intercom lo rompe; «¡¡Joder como está el cuerpo!!» .
Al terminar la rueda de prensa voy al «Meeting Point» que ahora está tranquilo, allí me encuentro con el Sr. Peña y nos saludamos, al tiempo que aparece Alvaro, otro periodista latino de treinta y tantos cuya voz me delata su labor radiofónica. Comentan el discurso de Alan Garcia, cuando se une al grupo Isabel, una elegante señora peruana con chaqueta roja que es editora de una revista dedicada a informar de los pasos legales para crear negocios a los inmigrantes latinos. Dice estar enfocada a jóvenes inmigrantes de segunda generación, de momento solo la edita en Milan aunque sueña con publicarla también en España. No ha terminado de repartir tarjetas a los allí reunidos cuando aparece un señor mayor y alto que se presenta como ex eurodiputado y ex ministro italiano que dimitió a las tres semanas de llegar al cargo. Cuenta anécdotas de Sandro Pertini y Bettino Craxi cuando llega la presidenta de Costa Rica con el grupo de negociadores que ha conseguido un acuerdo de exportación con la Unión Europea, también los colombianos se van contentos, según me cuenta el fotógrafo colombiano con el que charle por la mañana. No termina de llegar gente al «Meeting Point», ahora hace acto de presencia Don Óscar Arias.
Estoy distraido entre tanta celebridad cuando oigo al Sr. Peña llamarme desde la puerta de salida, haciendo gesto dé prisas, echo un sprint sin saber que pasa y por el camino está Dani de Telemadrid con un plumilla haciendo un «canutazo» al hombro, al pasar al lado le saludo con la mano y me lo devuelve apartando ligeramente el ojo del visor y sonriendo. Al llegar al Sr Peña, este me dice; «¡Corre Paco que perdemos la caravana!» y solo pensar en pagar un taxi me hace no correr sino volar. Salimos al exterior y efectivamente, una caravana ya en marcha está saliendo y mientras corremos entre los cromados coches, los conductores nos van remitiendo al coche de atrás hasta llegar al final. La caravana no va deprisa pero está dejando atrás los pabellones y parece que nunca va a frenar, el Sr. Peña lleva traje y yo voy cargado, hace un calor considerable y todavía no hemos comido, de pronto dos nacionales que están en una acera, nos persiguen al grito de; «¡¡Eh alto!!» y cuando están a punto de echarnos el guante, como surgido de la nada aparece uno de traje y dice «¡¡Están autorizados!! . De nuevo un sprint para recuperar los metros perdidos, ya está alcanzando la cabecera la salida del Ifema y estoy a punto de caer, cuando veo las luces rojas del culo de la «megavolumen» encenderse y la caravana se detiene un instante, el preciso instante que aprovechamos el Sr. Peña y yo para «tirarnos» dentro. Ya estamos dentro y recuperado el aliento digo; «¿Ha visto Sr. Peña?, parecíamos la escolta de Kennedy» . En ese momento noto una molestia en el bolsillo del culo, meto la mano y saco la jodida libretilla de la Unión Europea que me acaban de dar hace unas horas, todavía no la estrenado y ya está arrugada, con las esquinas dobladas, el alambre aplastado y me pregunto en silencio; «¿Para que cojones la habré cogido?».
Con mis mejores saludos!!
Paco Martino; Su camarógrafo español en Madrid